Tema 5: La expresión oral II


1.     Planificación
En el campo de la interacción oral, el manejo del grupo es muy importante ya que lo oral es interacción y esto significa que se debe disponer a los alumnos de formas determinadas para que se expresen entre sí. La planificación de la organización de los alumnos (trabajo en parejas, pequeños grupos, gran grupo) es esencial para garantizar el funcionamiento y la rentabilidad de cualquier actividad de expresión oral. 

Los pasos a seguir son:
• Preparación meticulosa. Preparar los materiales, decidir cómo se realizará, a través de qué pasos, con qué interacciones, cómo se organizará el espacio...

• Dar instrucciones a los alumnos/as. Hay que presentar la actividad, explicar los objetivos, lo que se tiene que hacer, cómo se deberá trabajar, tiempo del que se dispondrá... Hay que dar las instrucciones una a una, verificando que los alumnos/as las entienden.

• Seguimiento de la actividad. Mientras los alumnos/as trabajan, el profesor/a los observa, responde las dudas que se plantean, toma nota de lo que querrá comentar posteriormente.

• Evaluación y corrección. Profesor/a y alumnos/as comentan la realización de la actividad, el resultado y los posibles errores que se hayan cometido.

2.      Ejercicios
Dentro de estos dos grupos también hay dos tipos de propuestas: los ejercicios estructurales aíslan los diversos elementos lingüísticos de la comunicación (palabras, frases, etc.) y sirven para que los alumnos aprendan sus características gramaticales (morfología, sintaxis, etc.) o léxicas

Las actividades casi-comunicativas presentan las unidades mínimas anteriores en fragmentos de discurso más amplios y significativos: preguntas, diálogos, intervenciones, etc., de manera que el alumno consolida y practica los nuevos contenidos. 

Las actividades pre-comunicativas ponen énfasis en la adquisición de estructuras gramaticales y preparan a los alumnos para usar estos ítems en ejercicios comunicativos, más globales y contextualizados.

Dentro de los comunicativos, los funcionales ponen énfasis en el significado y la comprensibilidad del mensaje. Los alumnos tienen que expresarse de manera inteligible con los nuevos ítems lingüísticos.

En cambio, en los ejercicios de interacción social se pone énfasis en las connotaciones sociales del lenguaje: los alumnos tienen que dirigirse a interlocutores distintos, en situaciones de comunicación diversa y deben adecuar su expresión (formalidad, tono, especificidad, rutinas, etc.).

3.     Análisis de grupos de 4:

4.     Evaluación
 Cualquier actividad de expresión oral puede ser evaluada y debe serlo de alguna manera. Tal vez en algunos ejercicios nos fijaremos solo en los errores más importantes que comete el alumno para corregirlos. En otras ocasiones, en cambio, intentaremos hacer un juicio global de su capacidad expresiva.

Las actividades de evaluación de la expresión que se llevan a cabo en las pruebas estándar de lengua no se diferencian demasiado de los ejercicios habituales de clase. La distinción más importante radica en los criterios y los baremos, que son más finos y detallados para ganar objetividad y para que se puedan resolver en una calificación numérica

Una buena evaluación diagnóstica o de competencia de la capacidad expresiva de un alumno/a combina más de una prueba. Algunas de las más habituales son:
• Mantener un diálogo o una conversación informal.
• Leer un texto en voz alta.
• Hacer una intervención monogestionada breve: una argumentación, un comentario, una narración, etc.
• Describir una imagen y a partir de la misma crear un diálogo junto con el profesor/a que está evaluando.
• Reaccionar ante una situación concreta que requiere unas fórmulas, una rutina y un lenguaje especial.

Es importante tener en cuenta a la hora de evaluar, en cualquier caso, aspectos como los siguientes: 
·       La observación directa de los usos orales de los alumnos/as en el aula. 

·       Las entrevistas o conversaciones con los alumnos/as para valorar aspectos más concretos y personales. 
·       Grabaciones y visualizaciones (si es posible) de las actividades de expresión que se llevan a cabo en el aula. 

5.     Errores:
Corregir solo los errores importantes. El alumno/a no puede asumir ni aprender todos los errores que comete en una intervención.
Además, es posible que determinadas faltas impliquen un nivel de conocimientos lingüísticos que todavía no ha adquirido.

Fomentar la autocorrección y la colaboración entre compañeros/as. El alumno/a es responsable de su expresión y por tanto de su corrección. 
Además, es muy difícil que podamos seguir a todos nuestros alumnos/as en todas las intervenciones que se realicen. 

Decir los errores pero no corregirlos. Por ejemplo: la repetición del fallo con entonación de pregunta (o cualquier otro recurso que sirva para avisar al alumno/a) permite que el aprendiente rectifique por su cuenta el error y que retome el hilo de la expresión.

Corrección y fluidez. Nuestras intervenciones tienen que abarcar los dos componentes: de un lado, se pueden hacer notar los errores más importantes, y de otro, se tienen que hacer los comentarios globales que sean necesarios sobre el ritmo, la seguridad o la soltura en la expresión.

 Medir el grado de corrección. Debemos ser conscientes de que la corrección oral puede causar cierto efecto intimidatorio o inhibidor en el alumno/a. De la misma manera, una corrección inmediata demasiado constante y continuada sería demasiado molesta para el flujo expresivo del aprendiente.

6.     Técnicas de corrección
FICHA AUTOCORRECTIVA. Preparamos para cada alumno una ficha personalizada en la que vamos apuntando los errores que comete habitualmente y vamos borrando los que ya ha superado.

SEMÁFORO. El profe señala con cartulinas de los colores del semáforo (rojo y verde) las correcciones del alumno que habla. De manera que cuando el alumno ve la cartulina roja, sabe que ha cometido un error y que debe autocorregirse. La verde significa que todo está correcto y que debe continuar.

ROL DE CORRECTOR. Durante un periodo de tiempo (una clase, un ejercicio, una semana…) un alumno/a asume en un grupo o en una clase el papel de corrector. Su trabajo se debería definir antes: hacer listas de errores y buscar la solución, en hacerlos ver a los compañeros, etc.


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